Cláusula de arrendamiento seguro: artículo 9.3 de la LAU
Hoy voy a hablaros de una cláusula muy importante para un alquiler seguro. Para un contrato de arrendamiento sin sustos. Curiosamente, por mi experiencia, es común que muchos propietarios no la incluyan en sus contratos. La realidad es que con frecuencia el ánimo de ahorrarse una consulta con un profesional de la abogacía o la compra de un contrato bien redactado y actualizado de arrendamiento es causa de un gran quebranto para los propietarios.
Pues bien, hay una cláusula estipulada concretamente en el artículo 9.3 de la Ley de Arrendamientos Urbanos que permite a los propietarios recuperar la vivienda arrendada cumpliendo, eso sí, una serie de requisitos. Como cité en el anterior párrafo muchas veces el ánimo de ahorrar unas pesetas lleva a muchos propietarios a meterse en un importantísimo berenjenal innecesario. Pues cumpliendo unos requisitos sencillos se puede recuperar la vivienda arrendada con relativa facilidad y sin hacer ningún tipo de chanchullo al inquilino.
A ver, en resumen para poder aplicar esta cláusula y recuperar la vivienda pasado un año desde el arrendamiento lo primero es especificar explícitamente en el contrato de referencia esta cláusula: especificar el artículo 9.3 de la LAU es esencial. Yo, además, aconsejo siempre a mis clientes copiar en el contrato en "negrita y subrayado" el citado apartado del artículo noveno de la citada ley. Además, para poder aplicar este precepto es necesario que el inquilino sea una persona física o natural, no vale con una empresa por ejemplo. Y tienes que haber pasado un año mínimo desde el inicio de la relación contractual.
También es necesario avisar fehacientemente al inquilino con 30 días de antelación mínima (yo aconsejo siempre enviar burofax certificado con acuse de recibo) y debe de ser para un familiar de primer grado: una padre/madre o hijos naturales o por adopción, y también por divorcio, separación o nulidad matrimonial. Por tanto, como podéis leer, un buen contrato de arrendamiento y/o el asesoramiento de un profesional merece la pena. Aunque se pague un poco más, puede salir muchísimo más barato a la larga.
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